Rectificaciones muy bien venidas
Es de sabios rectificar; y de humildes. Como ni los sabios ni los humildes sobreabundan en el panorama de la humanidad, cuando surgen rectificaciones importantes, vale la pena pararse un momento, y dar gracias a Dios. Porque sólo Dio da la gracia, y la sencillez, para que haya sabios y humildes, y se decidan a rectificar cuando sea necesario. Y esta vez, ciertamente lo era.
¿Qué rectificaciones?
La primera es la decisión del Vaticano de retirar de su red la entrevista del Papa Francisco a Eugenio Scalfari. Las razones que han dado son que había algunos equívocos en los textos, y el debate que se habría provocado en torno a algunas afirmaciones contenidas en la entrevista. A estas razones, Lombardi añadió que el Papa no había revisado personalmente el texto de la entrevista.
La entrevista ha originado muchas polémicas, y con razón, y por tanto, vale la pena que desaparezca de cualquier colección de textos del papa Francisco. Y la rectificación servirá, así lo espero, para que la sala de prensa del Vaticano no vuelva a colgar en la red palabras atribuidas al Papa, de las que luego tengan que negar su autoría.
Con este gesto, esa entrevista carece de valor alguno, en cualquier sentido que se le quiera dar; y ya no podrá ser utilizado para levantar cualquier “sospecha” en torno al Papa.
La segunda rectificación viene directamente del mismo Papa Francisco. Unas palabras suyas de hace algunas semanas dieron lugar a interpretaciones acerca del sentido de la puesta en marcha del Concilio Vaticano II llevada a cabo hasta ahora. Entre las interpretaciones no faltaron las que le achacaban al Papa que parecía apoyar más bien la “hermenéutica de la ruptura”, y levantaba dudas acerca de la “hermenéutica de la continuidad” tan subrayada y defendida por Benedicto XVI.
El mismo Papa ha zanjado la cuestión con una carta a Agostino Marchetto tomando oportunidad de la presentación de un libro homenaje. En la carta escribe: “Una vez le dije, querido monseñor Marchetto, y hoy deseo repetirlo, que le considero el mejor hermenéuta del Concilio Vaticano II. Sé que es un don de Dios, pero sé también que usted lo ha hecho fructificar. Le agradezco todo el bien que nos hace con sus testimonio de amor a la Iglesia, y pido al Señor que sea recompensando abundantemente”.
Marchetto sostiene el pensamiento de Benedicto XVI: el Concilio Vaticano no es ni “ruptura”, ni “nuevo comienzo”, en la vida de la Iglesia, es “reforma en la continuidad del mismo sujeto, la Iglesia”
Dos rectificaciones muy de agradecer, y que sin duda, servirán para situar mejor a tantos fieles cristianos ante afirmaciones, declaraciones, etc., de cualquier Papa. Vale la pena recordar, como ya he hecho en artículos anteriores, que las entrevistas, las declaraciones, etc. del papa, del actual y de los anteriores, sean quienes sean, no tienen valor de “magisterio pontificio”.
La frase de san Ambrosio: “Donde está Pedro allí está la Iglesia”, me parece que hay que entenderla en su recto sentido de la misión conferida a Pedro por Cristo: “defender la Fe, y sostener la Fe de la Iglesia”. Y para esa misión Pedro tiene unos cauces bien precisos y determinados.
Y ahora, nos queda esperar la presentación del anunciado documento pontificio para cerrar el Año de la Fe.
Ernesto Juliá Díaz
ernesto.julia@gmail.com