Para profundizar en la “Amoris laetitia”, Sergio Mora, de Zenit, ha entrevistado a Juan José Pérez-Soba, profesor de Teología Pastoral de Matrimonio y Familia en el Pontificio Instituto Juan Pablo II de Roma, y en otro tiempo lector de Ediciones Cristiandad en su nueva etapa. Por la actualidad del tema y por la solvencia de sus opiniones, entresacamos algunas partes de la entrevista.
Pérez-Soba indica que es necesario leer el capítulo octavo de la exhortación a la luz de los capítulos cuarto y quinto; que no se puede interpretar la exhortación como un cambio en el magisterio o en la disciplina eclesial; que dar la comunión a los divorciados en una nueva unión sin más requisitos, no encuentra acogida en la “Amoris laetitia» y que el mismo Papa dice que no tiene sentido hablar de “excepciones”. O sea, se trata de una exhortación con intención pastoral y no de cambio de doctrina.
Sobre si ha cambiado algo en la Iglesia y en la concepción del matrimonio, el profesor Pérez-Soba dice aclara que el Papa expresamente indica que no hay un pronunciamiento magisterial ante los nuevos problemas (n. 3), por lo que no se puede interpretar la exhortación como un cambio en el magisterio o en la disciplina eclesial. En ese sentido, se ha de decir con claridad que nada ha cambiado. Por eso quien buscaba ese cambio quedará desilusionado. La misma propuesta de Kasper de definir algunos casos muy específicos en los que poder dar la comunión a los divorciados en una nueva unión, no se encuentra acogida en la exhortación. Y el mismo Papa dice que no tiene sentido el hablar de “excepciones” (n. 300).
Por su modo de redacción –precisa Pérez Soba—, parece claro que el Papa, con un gran sentido sinodal, no ha querido decir nada más allá de lo que el Sínodo ha pronunciado, y efectivamente no hubo ninguna petición de cambio disciplinar en él. Como se dijo desde un principio, la intención era pastoral y no de cambio de doctrina. La doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio es la misma y se ha confirmado una vez más. Se ha de afirmar con toda claridad que tanto «Humanae vitae» como «Familiaris consortio» siguen del todo vigentes. Es cierto que muchos esperaban este cambio, pero no se ha dado.
Pero hay una novedad en su impulso pastoral de atención a las personas, porque no basta en esta atención recordar las normas sino que hay que abrirlas a un camino, con las notas de acompañamiento, discernimiento e integración.
Para Pérez Soba cree que no hay que centrarlo todo en los divorciados en nueva unión y en los problemas disciplinares, sino en el aliento grande del Evangelio y la gracia dentro del matrimonio. Por ello, hay que leer el capítulo octavo sobre las situaciones irregulares a la luz de los capítulos cuarto y quinto sobre el amor conyugal. Es allí donde se ve el impulso pastoral pleno del Papa Francisco, donde se expresa más a sus anchas. Mientras en las cuestiones debatidas se limita a glosar el Sínodo al hablar de la caridad conyugal (expresión que glosa largamente de un modo sin precedencia en el magisterio nn. 120-122). Igualmente pasa con los afectos a los que concede una gran importancia en el matrimonio y los expone muy delicadamente, así como la gran extensión con la que trata e impulsa la educación afectivo sexual (nn. 280-286), como antídoto a la ideología de género (n. 56).
La novedad pastoral significa una invitación a una tarea centrada en las tres claves de acompañar, discernir e integrar. Esto significa una conversión pastoral grande. Es en esta clave y no en la de cambios eclesiales de doctrina como hay que comprender la exhortación del Papa.