l 26 de enero se cumplieron 103 años del fallecimiento de San José Gabriel del Rosario Brochero, por ese motivo el Nuncio Apostólico en Argentina, Mons. Emil Paul Tscherrig, presidió una Eucaristía en la que llamó a imitar el ejemplo del santo quien fue en su vida “imagen del rostro misericordioso de Cristo”.
La Eucaristía realizada en Villa Cura Brochero, Arquidiócesis de Córdoba, fue el culmen del mes brocheriano en la que los devotos del santo canonizado el 16 de octubre de 2016, celebraron distintas Misas, envío de misioneros, momentos reflexión, adoración eucarística y la bendición de una nueva capilla.
En su homilía, Mons. Tscherring manifestó su alegría por celebrar “al primer santo nacido y criado” en el país y patrono del clero argentino. Instó a imitar el ejemplo de Santo Cura Brochero “y no avergonzarse del testimonio de nuestro Señor”.
“Muchos cristianos tienen vergüenza de ser discípulos de Jesús. Se esconden en la muchedumbre o simplemente pretenden que la misión es algo para el clero, los consagrados o los catequistas. Tienen miedo de ser reconocidos como católicos en un mundo cada vez más secularizado e indiferente a los ideales cristianos”, lamentó.
“La vida del Cura Brochero es por tanto un libro abierto donde podemos encontrar la verdadera naturaleza de nuestro bautismo y de la vocación cristiana”.
El 26 de enero de 1914, en Villa del Tránsito, Córdoba, y a la edad de 73 años falleció el Santo Cura Brochero: leproso, ciego y pobre. Sus restos permanecían en la iglesia Nuestra Señora del Tránsito, en Villa Cura Brochero.
“Con el testimonio de su vida, (el Santo) se hizo pobre con los pobres, misericordioso con los pecadores, compasivo con los enfermos y cercano a las familias sin distinción de clase social”, reflexionó.
“El santo cura era un hombre en salida”, dijo el Nuncio y agregó que pudo “pasar su vida en una linda parroquia de Córdoba, porque era doctor en filosofía y Prefecto de Estudios del Seminario Mayor. Pero él aceptó, como lo diría el Papa Francisco, una misión en la periferia de la Diócesis”.
“Educando y ayudando a los lugareños, visitando a los más pobres y marginados, haciendo que se edificaran iglesias, escuelas y carreteras, obteniendo la apertura de sedes postales y bancarias y también la extensión de la red de ferrocarriles”, agregó.
“El Cura Brochero fue durante toda su vida imagen del rostro misericordioso de Cristo Señor (…) Sabía muy bien que la fuente viva de su ministerio era la oración y la meditación”, expresó el Prelado y destacó su profunda veneración por la Purísima, la vida espiritual y la adoración a la Eucaristía.
“Como el Papa Francisco y el Cura Brochero debemos anunciar un Dios misericordioso y lleno de amor por cada ser humano, en particular por los más necesitados, abandonados, despreciados de la sociedad, los pecadores que somos todos nosotros”.